Los olivares de la familia Chimera están compuestos de árboles con siglos de antigüedad, ricos de tradición campestre de varias generaciones de propiedad de la familia.
Se extienden en la zona de Santa María y Bertolino, ambas muy cercanas a la costa, y por tanto a la brisa marina.
Poseemos dos variedades de olivas: “Nocellara del Belice” y “Cerasuolo”, ambas de valor prestigioso.
La tradición del olivo se da cada año en el periodo de los meses de Octubre y Noviembre y se vive como un rito a celebrar. El aire se empapa de un agradable olor de molienda y se espera con ansia la primera degustación de nuestro ‘oro verde’: un aceite de sabor picante, de color que va desde un verde brillante a un verde más oscuro, dependiendo de la cosecha; y de un perfume profundo y decidido, fácil de reconocer por la sensación claramente agradable que regala.
Los métodos naturales para la cultivación únicamente biológicas son: utilización del estiércol de las ovejas, cobre biológico y cebos proteicos.
La recolección después de una atenta selección se realiza con el grado justo de maduración, e inmediatamente, las olivas se llevan al “oleificio” (almazara) para su molienda, de modo que se evita su oxidación y se preservan todas sus características organolépticas.
El presionado de las olivas se realiza con métodos mecánicos en frío y no conlleva ningún tratamiento químico. Esto garantiza una elevada calidad del producto final, exalta el cuerpo y el aroma afrutado del aceite y mejora su conservación, porque no se dispersan los polifenoles, óptimos antioxidantes naturales.
Además, nuestro aceite de oliva apenas prensado se conserva en latas con banda estañada (contenedores para uso alimentario destinados a almacenar aceite). Esto garantiza una perfecta conservación, protegiéndolo de la luz y minimizando el contacto entre el aceite y el aire, impidiendo de esta forma los fenómenos oxidativos.
Nuestro “oro verde” tiene propiedades antioxidantes por la presencia de fenoles y tocoferoles, y por tanto, una ‘panacea’ para la salud.